martes, 26 de octubre de 2010

Última carta.

Un día cogeré todas mis cosas. Mi maletín dejará de ser un adorno con el cual ocupar espacio en el armario.
Aquel armario... que aún espera todos aquellos vestidos prometidos, zapatos… Promesas rotas, vacías.
Mis mocasines no descansarán junto tus zapatillas nunca más. Notaras la ausencia de mis pasos como la mía propia. Donde quedaron aquellos abrazos, besos, caricias que me regalabas cada minuto. Palabras dulces. Te di la otra mitad de mi corazón,  y lo tiraste al hielo, sabiendo que al mínimo roce de frio, desaparecería, sabiendo que era débil ante la ausencia de tu cariño. Te empezaste a mostrar distante. Ya no había dos tazas de café encima de la mesa, quizás tampoco  una. Ya no lo recuerdo, hace tiempo que no paso por la cocina. Me gusta pasar mis días tumbada en el sofá pensando que hacer respecto a mi vida.
Todas estas palabras ya son presente, me voy.
E decidido empezar una nueva vida lejos de aquellas miserables promesas. Tus palabras ya no valen nada.
No intentes detenerme, estoy fuera de tu alcance, voy de camino a la felicidad, lugar desconocido por ti, no conoces las respuestas a las preguntas para alcanzarla. Pero voy a ser por última vez, buena contigo. “Deja a tras tu vida, la cual es toda una mentira.”

-“¿Tienes valor?”   Creo que no, pues no lo tuviste para decirme que ya no me querías, y que sepas... que es la última pregunta que encadena el laberinto.


C.

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